♦ EL PROBLEMA ♦
El valle de Vítor, en Arequipa, Perú, está sometido a una serie de situaciones naturales y antropogénicas relacionadas que comprometen su
supervivencia a mediano plazo (Ponce, 2008).
La situación natural es la condición geológica y geomorfológica
muy particular de la región: una serie de pampas que datan de la Era Terciaria en las cuales se han cortado valles profundos en el Cuaternario.
La situación antropogénica está constituída por los deslizamientos de las laderas de los valles,
los cuales son atribuíbles a las irrigaciones de las pampas (Figura 1).
El exceso de agua de las irrigaciones fluye eventualmente hacia los taludes aledaños,
desestabilizándolos y causando impactos serios.
El problema se remonta al inicio de las irrigaciones. Después de más de 40 años de inacción, la situación está
muy seria. Varios deslizamientos están fuera de control en el valle de Vítor,
con consecuencias ambientales severas (Ponce, 2008).
Por lo tanto, hay urgencia de plantear una solución al problema.
♦ ANTECEDENTES ♦
La costa sur del Perú fue sometida a un levantamiento durante la Era Terciaria y luego fue cortada por varios valles en forma de U en el Cuaternario.
El levantamiento produjo una situación geomorfológica en la cual las pampas, de relieve plano ligeramente ondulado, dominan el paisaje.
Los cortes producidos durante el Cuaternario han resultado en varios valles que discurren de los Andes en dirección al Pacífico, entre ellos el
Chili-Vítor-Quilca
y el Colca-Majes-Camaná. La diferencia de elevación entre las pampas y los valles adyacentes es de 220 a 260 m (Figura 2).
Los valles de los ríos de la costa sur peruana han sido irrigados desde épocas muy antiguas.
En tiempos comparativamente recientes se han desarrollado proyectos de irrigación en la pampas para
aprovechar la fertilidad de los suelos. Estos proyectos, entre los cuales se cuentan los de La Joya y San Isidro-La Cano,
conducen agua desde tomas aguas arriba en los ríos para su entrega en las pampas.
Desde 1940, estos proyectos han transformado las pampas superáridas en regiones agrícolas de gran productividad
y han sido directamente responsables por la creación de nuevas fuentes de riqueza (Ponce, 2008).
Sin embargo, estas mejoras en desarrollo social y económico han tenido consecuencias ambientales no previstas.
Las irrigaciones no tuvieron un drenaje adecuado, ya sea porque no se estimó necesario o porque era muy costoso.
La irrigación sin drenaje es insustentable; además, el drenaje sin un sistema adecuado para disponer de las aguas de retorno
produce impactos negativos aguas abajo
(ASCE, 1990).
En el caso del valle de Vítor y alrededores, la situación geomorfológica peculiar contribuye a agudizar el problema.
En un caso típico de desarrollo agrícola, la ausencia de drenaje natural se resuelve con la construcción de canales artificiales de drenaje.
Sin embargo, en el valle de Vítor no hay carencia de drenaje; la carga existente es ampliamente suficiente.
El problema en Vitor es la gran diferencia de nivel
entre las pampas y el valle. En la práctica, esto significa que cualquier exceso de agua en las pampas tendrá
una urgencia de trasladarse al valle.
Sin un control adecuado, este flujo se filtrará y aparacerá en varios lugares en los taludes (Figura 3).
No se puede predecir con certeza si este drenaje descontrolado afectará
la estabilidad de los taludes en lugares específicos.
A través de los años, el agua de retorno de las irrigaciones ha tenido un impacto negativo en los taludes del valle.
Actualmente existen cuatro (4) deslizamientos importantes en el valle de Vítor.
A la fecha, los deslizamientos en Punillo continúan ocurriendo en forma intermitente, sin ningun control de parte de las autoridades
(Ponce, 2008).
Asimismo, en algunos lugares el agua está fluyendo del terreno en forma concentrada y acumulándose en lagunas localizadas a medio talud (Figura 4).
♦ ¿QUÉ HACER CON LOS DESLIZAMIENTOS? ♦
Las irrigaciones de La Joya y San Isidro-La Cano han producido una series de impactos hidrológicos y ambientales
en el vecino valle de Vítor. A esta conclusión se llega después de una revisión cuidadosa de los hechos
(Ponce, 2008).
El argumento de que las irrigaciones tienen que suspenderse no es una solución realista.
Para bien o para mal, la irrigación continuará porque este modo de vida ya se ha establecido en la región.
Es más, es de esperar que el área irrigada aumente conforme se vayan realizando los proyectos de transferencia de agua
de cuencas vecinas y se desarrollen más áreas
para irrigación.
La pregunta es cómo resolver el problema de una forma que sea técnica y económicamente factible.
Lo primero que viene a la memoria es el reemplazo de los sistemas de irrigación por gravedad por sistemas de aspersión o goteo,
con el fin de reducir el volumen de las aguas de retorno. Sin embargo, el riego por aspersión o goteo no elimina totalmente las aguas de retorno.
Estas últimas siempre existirán, debido
a la necesidad de lavar el perfil de suelo de sales locales e importadas, por medio de la llamada "fracción de lixiviación"
(ASCE, 1990).
Las filtraciones de agua son directamente responsables por los deslizamientos. Sin embargo, el problema parece ser no el volumen de agua sino
la dirección y camino del agua. Sin ningún control, el agua se filtrará
en forma aleatoria y amenazará la estabilidad de los taludes naturales, muchos de los cuales ya estaban
en una condición cercana al equilibrio.
Mientras algunos taludes se desestabilizarán, otros permanecerán estables.
Un ejemplo: hay una caída de agua inusual, o catarata, en el valle de Vítor,
formada en un lugar cerca del sector Santa Rosa, donde el agua filtrada encontró una roca competente
(Figura 5).
Otros lugares a lo largo del valle no tienen tanta suerte o constituyen tan bonito paisaje.
Otra solución cuando se consideran las alternativas posibles es el drenaje de las pampas y el
manejo controlado de las aguas de retorno.
Esto es técnicamente factible, pero su efectividad es incierta y el costo puede ser muy elevado.
El problema del valle de Vítor no es la falta de drenaje, sino la falta de drenaje apropiado.
Otra posibilidad es la construcción de un
dren maestro que corra en dirección paralela al talud, entre la irrigación y el talud. Este dren
colectaría y conduciría las aguas subsuperficiales antes de que puedan llegar a comprometer la estabilidad del talud.
La estabilización de los taludes inestables puede ser un compromiso entre las consideraciones técnicas y las económicas.
La estabilización geotécnica de los taludes afectados
debe suspender los deslizamientos, y ser una solución local, y por tanto de costo limitado.
Por ejemplo, una solución podría ser la instalación de drenes horizontales para disipar la presión de poros y conducir
los flujos en forma controlada fuera de las superficies de falla.
La experimentación debe usarse en forma adecuada para determinar la mejor forma de resolver el problema.
La falla más activa (Punillo) puede ser tratada primero, para desarrollar experiencia en el manejo de las otras fallas
(Ponce, 2008).
♦ CONCLUSIÓN ♦
La estabilización de los deslizamientos
del valle de Vítor representa un compromiso entre las consideraciones técnicas, económicas y ambientales.
El drenaje agrícola de las pampas es técnicamente difícil y probablemente muy costoso.
Una alternativa es la construcción de un
dren maestro que corra en dirección paralela al talud, colectando la mayor parte o toda el agua de retorno
de las irrigaciones.
La estabilización geotécnica
de los deslizamientos más activos puede ser una solución adecuada para este problema antropogénico, el cual demanda una
solución por muchos años
(Figura 6).
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